PROGRAMA DE NOVENA A SAN FRANCISCO DE ASÍS (1181-1226)
"El que recibe a un niño en
mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió;
porque el más pequeño de ustedes, será el más grande en el Reino de Dios"
(Lc 9,48).
“No quise saber nada entre
ustedes, fuera de Jesucristo, y Jesucristo crucificado” (I Cor 2,2). “Siendo
libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número posible. Me hice
judío con los judío; me sometí a la Ley, con los que están sometidos a la Ley. Y
con los que están fuera de la Ley; yo, que no vivo al margen de la Ley de Dios
—porque estoy sometido a la Ley de Cristo— me hice como uno de ellos. Y me hice
débil con los débiles. Me hice todo para todos, para ganar por lo menos a
algunos, a cualquier precio. Y todo esto, por amor al Evangelio, a fin de poder
participar de sus bienes ( I Cor 9,19-23). “En adelante que nadie me venga con
molestias porque yo llevo en mi cuerpo las huellas de Jesús crucificado” (Gal
6,17). San Francisco de Asís, el Hermano Universal estaba clavado en cuerpo y
alma a la cruz, juntamente con Cristo y por ello ardía en su ser en llama de
amor seráfico para Dios y estaba
devorado por la sed de hacer el bien a los hijos de Dios, sus hermanos
(Buenaventura, Leyenda Mayor, Cap. 14.1).
25 DE SETIEMBRE (Día Primero)
TEMA: SAN FRANCISCO DESCUBRE VIDA
NUEVA EN EL EVANGELIO
ORACIÓN COLECTA:
Oh Señor, Sumo, glorioso Dios,
ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe recta, esperanza cierta y caridad
perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y verdadero
mandamiento. Por Jesucristo tu hijo amado, El que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos, amén.
I LECTURA: Vida I de Tomas de
Celano, IX,22:
Cuando acabó de reparar la
iglesia de Santa María de la Porciúncula, se encontraba ya en el tercer año de
su conversión. En este período de su vida vestía un hábito como de ermitaño,
sujeto con una correa; llevaba un bastón en la mano, y los pies calzados.
Pero cierto día se leía en esta
iglesia el evangelio que narra cómo el Señor había enviado a sus discípulos a
predicar; presente allí el santo de Dios, no comprendió perfectamente las
palabras evangélicas; terminada la misa, pidió humildemente al sacerdote que le
explicase el evangelio. Como el sacerdote le fuese explicando todo
ordenadamente, al oír Francisco que los discípulos de Cristo no debían poseer
ni oro, ni plata, ni dinero; ni llevar para el camino alforja, ni bolsa, ni
pan, ni bastón; ni tener calzado, ni dos túnicas, sino predicar el reino de
Dios y la penitencia, al instante, saltando de gozo, lleno del Espíritu del Señor,
exclamó: «Esto es lo que yo quiero, esto es lo que yo busco, esto es lo que en
lo más íntimo del corazón anhelo poner en práctica (vivir el santo evangelio)».
Rebosando de alegría, se apresura
inmediatamente el santo Padre a cumplir la doctrina saludable que acaba de
escuchar; no admite dilación alguna en comenzar a cumplir con devoción lo que
ha oído. Al punto desata el calzado de sus pies, echa por tierra el bastón y,
gozoso con una túnica, se pone una cuerda en lugar de la correa. Desde este
momento se prepara una túnica en forma de cruz para expulsar todas las
ilusiones diabólicas; se la prepara muy áspera, para crucificar la carne con
sus vicios y pecados; se la prepara, en fin, pobrísima y burda, tal que el
mundo nunca pueda ambicionarla. Todo lo demás que había escuchado se esfuerza
en realizarlo con la mayor diligencia y con suma reverencia. Pues nunca fue
oyente sordo del Evangelio sino que, confiando a su feliz memoria cuanto oía,
procuraba cumplirlo a la letra sin tardanza. EN ALABANZA DE CRISTO Y SU SIERVO
FRANCISCO, AMEN.
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 10,5-16
10:5 En aqueo tiempo Jesús envió
a los Doce, con las siguientes instrucciones: "No vayan a regiones
paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos.
10:6 Vayan, en cambio, a las
ovejas perdidas del pueblo de Israel.
10:7 Por el camino, proclamen que
el Reino de los Cielos está cerca.
10:8 Curen a los enfermos,
resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios.
Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente.
10:9 No lleven encima oro ni
plata, ni monedas,
10:10 ni provisiones para el
camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su
sustento.
10:11 Cuando entren en una ciudad
o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa
hasta el momento de partir.
10:12 Al entrar en la casa,
salúdenla invocando la paz sobre ella.
10:13 Si esa casa lo merece, que
la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes.
10:14 Y si no los reciben ni
quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan
hasta el polvo de sus pies.
10:15 Les aseguro que, en el día
del Juicio, Sodoma y Gomorra serán
tratadas menos rigurosamente que esa ciudad. PALABRA DEL SEÑOR.
PETICIONES: Hermanos, unamos
nuestras oraciones y las de la Iglesia a las de todos los hombres de buena
voluntad para pedirle al Padre, sumo y glorioso Dios que la salvación se
extienda sobre toda su creación.
-Para que la Iglesia, el único
rebaño querido por Dios, el buen Pastor permanezca siempre fiel a su tarea
misionera y aparezca ante el mundo como signo de unidad, de la paz y el bien.
R/.
-Para que las naciones busquen
guiados por sus autoridades y obtengan la justicia, la paz, el desarrollo
querido por Dios en base a la práctica de los valores de la misericordia, la
caridad y el perdón. R/.
-Para que cada bautizado ponga de
manifiesto y con perseverancia la acción evangelizadora mediante el y
testimonio de su vidas promoviendo una fraternidad universal. R/.
-Para que todas las comunidades cristianas
en el mundo, por la vivencia plena del evangelio sean testimonio de fe y
conversión para todo los hombres. R/.
-Para que la familia franciscana
en el mundo sea fiel testimonio del santo evangelio tan anhelado, querido y
vivido por Nuestro seráfico padre San Francisco de asís, testimonio que incluso
se extienda hacia toda la creación para vernos como hermanos menores del
hermano sol y la hermana luna. R/.
26 DE SETIEMBRE (Día Segundo)
TEMA: SAN FRANCISCO Y EL MISTERIO
DE LA TRINIDAD
ORACIÓN COLECTA:
Tú eres santo, Señor Dios único,
que haces maravillas. Tú eres fuerte, tú eres grande, tú eres altísimo, tú eres
rey omnipotente, tú, Padre santo, rey del cielo y de la tierra. Tú eres trino y
uno, Señor Dios de dioses, tú eres el bien, todo el bien, el sumo bien, Señor
Dios vivo y verdadero. Tú eres amor, caridad; tú eres sabiduría, tú eres
humildad, tú eres paciencia, tú eres belleza, tú eres mansedumbre, tú eres
seguridad, tú eres quietud, tú eres gozo, tú eres nuestra esperanza y alegría,
tú eres justicia, tú eres templanza, tú eres toda nuestra riqueza a
satisfacción. Tú eres belleza, tú eres mansedumbre; tú eres protector, tú eres
custodio y defensor nuestro; tú eres fortaleza, tú eres refrigerio. Tú eres
esperanza nuestra, tú eres fe nuestra, tú eres caridad nuestra, tú eres toda
dulzura nuestra, tú eres vida eterna nuestra: Grande y admirable Señor, Dios
omnipotente, misericordioso Salvador. Amén
I LECTURA: De los escritos de San
Francisco Carta a los fieles 1,1-19:
¡En el nombre del Señor!: Todos
los que aman al Señor con todo el corazón, con toda el alma y con toda la
mente, con todas las fuerzas, y aman a sus prójimos como a sí mismos (Mt
22,37.39; Mc 12,30), y odian a sus cuerpos con sus vicios y pecados, y reciben
el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo, y hacen frutos dignos de
penitencia: ¡Oh cuán bienaventurados y benditos son ellos y ellas, mientras
hacen tales cosas y en tales cosas perseveran!, porque descansará sobre ellos
el espíritu del Señor (Is 11,2) y hará en ellos habitación y morada (Jn 14,23),
y son hijos del Padre celestial (Mt 5,45), cuyas obras hacen, y son esposos,
hermanos y madres de nuestro Señor Jesucristo (Mt 12,50). Somos esposos cuando,
por el Espíritu Santo, el alma fiel se une a nuestro Señor Jesucristo. Somos
para él hermanos cuando hacemos la voluntad del Padre que está en los cielos
(Mt 12,50); madres, cuando lo llevamos en nuestro corazón y en nuestro cuerpo
(1 Cor 6,20), por el amor divino y por una conciencia pura y sincera; y lo
damos a luz por medio de obras santas, que deben iluminar a los otros como
ejemplo (Mt 5,16). ¡Oh cuán glorioso, santo y grande es tener un Padre en los
cielos! ¡Oh cuán santo, consolador, bello y admirable, tener un tal esposo! ¡Oh
cuán santo y cuán amado, placentero, humilde, pacífico, dulce, amable y sobre
todas las cosas deseable, tener un tal hermano y un tal hijo: Nuestro Señor
Jesucristo!, quien dio la vida por sus ovejas (Jn 10,15) y oró al Padre
diciendo:
Padre santo, guarda en tu nombre
a los que me has dado en el mundo; tuyos eran y tú me los has dado (Jn 17,11 y
6). Y las palabras que tú me diste, se las he dado a ellos, y ellos las han
recibido y han creído de verdad que salí de ti, y han conocido que tú me has
enviado (Jn 17,8). Ruego por ellos y no por el mundo (Jn 17,9). Bendícelos y
santifícalos, y por ellos me santificó a mí mismo (Jn 17,17.19). No ruego sólo
por ellos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, han de creer
en mí (Jn 17,20), para que sean santificados en la unidad (Jn 17,23), como nosotros
(Jn 17,11). Y quiero, Padre, que, donde yo esté, estén también ellos conmigo,
para que vean mi gloria (Jn 17,24) en tu reino (Mt 20,21). Amén. EN ALABANZA DE
CRISTO Y SU SIERVO FRANCISCO, AMEN.
EVANGELIO SEGÙN SAN JUAN
14,6-7.11-20
En aquel tiempo Jesús contestó a
sus discípulos: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino
por mí. Si me conocen a mí, también conocerán al Padre. Pero ya lo conocen y lo
han visto.» Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanme en esto, o si no,
créanlo por las obras mismas. En verdad les digo: El que crea en mí, hará las
mismas obras que yo hago y, como ahora voy al Padre, las hará aún mayores. Todo
lo que pidan en mi Nombre lo haré, de manera que el Padre sea glorificado en su
Hijo. Y también haré lo que me pidan invocando mi Nombre. Si ustedes me aman,
guardarán mis mandamientos, y yo rogaré al Padre y les dará otro Protector que
permanecerá siempre con ustedes, el Espíritu de Verdad, a quien el mundo no
puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes lo conocen, porque
está con ustedes y permanecerá en ustedes. No los dejaré huérfanos, sino que
volveré a ustedes. Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero ustedes me
verán, porque yo vivo y ustedes también vivirán. Aquel día comprenderán que yo
estoy en mi Padre y ustedes están en mí y yo en ustedes. PALABRA DEL SEÑOR.
PETICIONES: Dios, Padre
todopoderoso, que has enviado al mundo la Palabra de la verdad y el Espíritu de
la santificación para revelar a los hombres tu admirable misterio de la
trinidad santa y concédenos aquello que tú sabes nos conviene:
-Padre santo, a nosotros, que no
sabemos pedir lo que nos conviene, dígnate darnos el Espíritu Santo, para que
venga en ayuda de nuestra debilidad e interceda por nosotros según tú. R/.
-Hijo de Dios, que pediste al
Padre que diera a tu Iglesia el Defensor, haz que el Espíritu de la verdad esté
siempre con nosotros. R/.
-Ven, Espíritu Santo, y
comunícanos tus frutos: el amor, la alegría, la paz, la comprensión, la
servicialidad, la bondad, la lealtad, la amabilidad, el dominio de sí, la
sobriedad, la castidad. R/.
-Padre todopoderoso, que enviaste
a nuestros corazones el Espíritu de tu Hijo, que clama: «¡Abba, Padre!», haz
que nos dejemos llevar por el Espíritu, para que seamos herederos tuyos y
coherederos con Cristo. R/.
-Cristo, que enviaste el
Defensor, que procede del Padre, para que diera testimonio de ti, haz que
también nosotros demos testimonio de ti ante los hombres. R/.
27 DE SETIEMBRE (Día Tercero)
TEMA: SAN FRANCISCO HOMBRE DE
ORACIÓN
ORACIÓN COLECTA:
Omnipotente, santísimo, altísimo
y sumo Dios, todo bien, sumo bien, total bien, que eres el solo bueno, a ti te
ofrecemos toda alabanza, toda gloria, toda gracia, todo honor, toda bendición y
todos los bienes. Y toda criatura que hay en el cielo y sobre la tierra, y las
que hay debajo de la tierra y del mar, y las que hay en él, te alabamos y
ensalzamos a ti, Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el
principio y ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
I LECTURA: De los escritos de San
Francisco. Vida II de Tomas de Celano 94-95.
El varón de Dios Francisco,
ausente del Señor en el cuerpo, se esforzaba por estar presente en el espíritu
en el cielo; y al que se había hecho ya conciudadano de los ángeles, le
separaba sólo el muro de la carne. Con toda el alma anhelaba con ansia a su
Cristo; a éste se consagraba todo él, no sólo en el corazón, sino en el cuerpo.
Como testigos presenciales y en cuanto es posible comunicar esto a los humanos,
relatamos las maravillas de su oración, para que las imiten los que han de
venir. Convertía todo su tiempo en ocio santo, para que la sabiduría le fuera
penetrando en el alma, pareciéndole retroceder si no veía que adelantaba a cada
paso. Si sobrevenían visitas de seglares u otros quehaceres, corría de nuevo al
recogimiento, interrumpiéndolos sin esperar a que terminasen. El mundo ya no
tenía goces para él, sustentado con las dulzuras del cielo; y los placeres de
Dios lo habían hecho demasiado delicado para gozar con los groseros placeres de
los hombres.
Buscaba siempre lugares
escondidos, donde no sólo en el espíritu, sino en cada uno de los miembros,
pudiera adherirse por entero a Dios. Cuando, estando en público, se sentía de
pronto afectado por visitas del Señor, para no estar ni entonces fuera de la
celda hacía de su manto una celdilla; a veces -cuando no llevaba el manto-
cubría la cara con la manga para no poner de manifiesto el maná escondido.
Siempre encontraba manera de ocultarse a la mirada de los presentes, para que
no se dieran cuenta de los toques del Esposo, hasta el punto de orar entre
muchos sin que lo advirtieran en la estrechez de la nave. En fin, cuando no
podía hacer nada de esto, hacía de su corazón un templo. Enajenado, desaparecía
todo carraspeo, todo gemido; absorto en Dios, toda señal de disnea, todo visaje
(LM 10,4).
Esto en casa. Pero, cuando oraba
en selvas y soledades, llenaba de gemidos los bosques, bañaba el suelo en
lágrimas, se golpeaba el pecho con la mano, y allí -como quien ha encontrado un
santuario más recóndito (2 Cel 52)- hablaba muchas veces con su Señor. Allí
respondía al Juez, oraba al Padre, conversaba con el Amigo, se deleitaba con el
Esposo. Y, en efecto, para convertir en formas múltiples de holocausto las
intimidades todas más ricas de su corazón, reducía a suma simplicidad lo que a
los ojos se presentaba múltiple. Rumiaba muchas veces en su interior sin mover
los labios, e, interiorizando todo lo externo, elevaba su espíritu a los
cielos. Así, hecho todo él no ya sólo orante, sino oración, enderezaba todo en
él -mirada interior y afectos- hacia lo único que buscaba en el Señor.
¿Acertarías tú a imaginar de
cuánta dulzura estaba transido quien así estaba habituado? Él sí lo supo; yo no
sé otra cosa si no es admirar. Lo sabrá el que lo experimenta; no se les da el
saber a los inexpertos. Inflamado así el espíritu que bullía de fervor, bien
sea en su aspecto exterior, bien en su alma toda entera derretida, moraba ya en
la suprema asamblea del reino celeste.
El bienaventurado Padre no
desatendía por negligencia ninguna visita del Espíritu; si se le ofrecía,
respondía al regalo y saboreaba la dulzura así puesta delante por todo el
tiempo que permitía el Señor. Aun cuando le apremiase algún asunto o se
encontrase de viaje, al notar en lo profundo de grado en grado ciertos toques
de la gracia, gustaba aquel maná dulcísimo reiterada y frecuentemente. Y en
efecto: hasta de camino, dejando que se adelantasen los compañeros, se detenía
él, y, quedándose a saborear la nueva iluminación, no recibía en vano la
gracia. EN ALABANZAS A CRISTO Y SU SIERVO FRANCISCO.
EVANGELIO: SEGÚN SAN MATEO 6,5-14
En aquel tiempo Jesús dijo a sus
discípulos: Cuando ustedes recen, no imiten a los que dan espectáculo; les
gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que la
gente los vea. Yo se lo digo: ellos han recibido ya su premio. Pero tú, cuando
reces, entra en tu pieza, cierra la puerta y ora a tu Padre que está allí, a
solas contigo. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará. Cuando pidan a
Dios, no imiten a los paganos con sus letanías interminables: ellos creen que
un bombardeo de palabras hará que se los oiga. No hagan como ellos, pues antes
de que ustedes pidan, su Padre ya sabe lo que necesitan. Ustedes, pues, recen
así: Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga tu
Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo. Danos hoy el pan
que nos corresponde; y perdona nuestras deudas, como también nosotros
perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación, sino
líbranos del Maligno. Si perdonas a tu prójimo el padre te perdonara pero si no
perdonas a tu prójimo el Padre tampoco te perdonara. PALABRA DEL SEÑOR.
PETICIONES: Invoquemos, hermanos,
a Jesús, que es manso y humilde de corazón, y pidámosle:
-Jesús, en quien habita toda la
plenitud de la divinidad y el amor de Dios, haz que participemos del mismo ser
de Dios amándonos como tú amaste. R/.
-Jesús, en quien están encerrados
todos los tesoros del saber y el conocer, haznos conocer, mediante la Iglesia,
la multiforme sabiduría de Dios. R/.
-Jesús, Hijo amado y predilecto
del Padre, haz que escuchemos siempre tus palabras con un corazón indiviso y
humildad. R/.
-Jesús, de cuya plenitud todos
hemos recibido la luz del saber, danos con abundancia la gracia y la verdad del
Padre. R/.
-Jesús, fuente de vida y santidad
tu nos has dicho ámense unos a otros como tú nos amaste, haznos santos e
irreprochables por el amor unos a otros. R/.
28 DE SETIEMBRE (Día Cuarto)
TEMA: SAN FRANCISCO Y LA
BIENAVENTURADA VIRGEN MARÌA
ORACIÓN COLECTA:
Salve, Señora, santa Reina, santa
Madre de Dios, María, que eres virgen hecha iglesia y elegida por el santísimo
Padre del cielo, a la cual consagró Él con su santísimo amado Hijo y el
Espíritu Santo Paráclito, en la cual estuvo y está toda la plenitud de la
gracia y todo bien. Salve, palacio suyo; salve, tabernáculo suyo; salve, casa
suya. Salve, vestidura suya; salve, esclava suya; salve, Madre suya y todas
vosotras, santas virtudes, que sois infundidas por la gracia e iluminación del
Espíritu Santo en los corazones de los fieles, para que de infieles seamos
fieles a Dios, por Jesucristo tu hijo que vive y reina contigo en unidad del
Espíritu santo, Amen.
I LECTURA: Vida segunda de Tomás
de Celano 24; Leyenda Mayor II:
La Orden franciscana siempre ha
tenido unos lazos muy especiales con la bienaventurada Virgen María, hasta el
punto de ser contado entre las órdenes marianas surgidas en la Edad Media.
Origen de estos lazos profundos es la experiencia espiritual de Francisco,
quien: "rodeaba de amor indecible a la Madre de Jesús, por haber hecho
hermano nuestro al Señor de la majestad. En su honor cantaba alabanzas
especiales, le dirigía oraciones y le ofrecía afectos tantos y tales que
ninguna lengua humana puede expresar. Mas, lo que más nos llena de gozo, es que
la constituyó Abogada de la Orden y puso bajo sus alas a los hijos que estaba
para dejar, para que encontrasen en ella calor y protección, hasta el
final" (2Cel., 198).
La profunda devoción y piedad
mariana del Santo de Asís es evidente desde la época de su conversión: Bernardo
de Quintavalle, que lo hospedó algunas veces en su casa, observando su
comportamiento, "lo veía pasar las noches en oración, durmiendo poquísimo
y alabando al Señor y a la gloriosa Virgen su Madre, y pensaba, lleno de
admiración: 'Realmente, este hombre es un hombre de Dios" (2Cel., 24).
Su amor especial por la Madre del
Señor se manifiesta también en la elección de residir en la Porciúncula,
"una iglesita dedicada a la santísima Virgen: una construcción antigua,
pero entonces del todo descuidada y abandonada. Cuando el hombre de Dios la vió
tan abandonada, empujado por su fervorosa devoción por la Reina del mundo, puso
allí su morada, con intención de repararla. Allí gozaba a menudo de la visita
de los Ángeles, como parecía indicar el nombre de la iglesia misma, llamada
desde antiguo Santa María de los Ángeles. Por eso la eligió como residencia,
por su veneración por los ángeles y su especial amor por la Madre de
Cristo" (L.Mayor, II,8).
Francisco amaba de manera
particular aquel lugar, lo amaba "más que todos los demás lugares del
mundo. Aquí, en efecto, conoció la humildad de los comienzos, aquí progresó en
las virtudes, aquí alcanzó felizmente la meta. En el momento de la muerte
recomendó este lugar a los frailes, como el más querido de la Virgen",
"porque quería que la Orden de los Menores creciera y se desarrollara,
bajo la protección de la Madre de Dios, allí donde, por méritos de ella, había
tenido su origen" (L.Mayor, III,5). EN ALABANZA DE CRISTO Y SU SIERVO
FRANCISCO, AMEN.
EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 1,39-50
En aquel tiempo, María tomó su
decisión y se fue, sin más demora, a una ciudad ubicada en los cerros de Judá.
Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Al oír Isabel su saludo, el
niño dio saltos en su vientre. Isabel se llenó del Espíritu Santo y exclamó en
alta voz: «¡Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!
¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor? Apenas llegó tu
saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en mis entrañas. ¡Dichosa tú por
haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!» María dijo entonces:
Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi
Salvador, porque se fijó en su humilde esclava, y desde ahora todas las generaciones
me dirán feliz. El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí: ¡Santo es su
Nombre! Muestra su misericordia siglo
tras siglo a todos aquellos que viven en su presencia…” PALABRA DEL SEÑOR.
PETICIONES: Acudamos al Señor y
pidámosle que, por intercesión de santa María, Madre y Reina del colegio
apostólico, atienda las suplicas que le dirigimos en nuestras necesidades.
- Para que nuestro obispo N., y
sus presbíteros y diáconos, sean para nosotros fermento de vida cristiana y con
su ejemplo y su oración asidua acrecienten la caridad evangélica de nuestro
pueblo. Roguemos al Señor.
· Para que por la poderosa
intercesión de santa María Virgen, Dios guarde de todo mal a las religiosas y
religiosos que sirven al Reino de Dios en nuestra diócesis. Roguemos al Señor.
· Para que todos los que
colaboramos en las tareas pastorales y evangelizadoras de la Iglesia tengamos
en María a la fuente de nuestra comunión, y vivamos nuestras acciones y
carismas testimoniando la fraternidad de la iglesia. Roguemos al Señor.
· Para que quienes se sienten
tentados por la soberbia, la ambición o la sensualidad, pongan sus ojos en
María y, ayudados por su intercesión, venzan sus tentaciones. Roguemos al
Señor.
· Para que todos nosotros, por
intercesión de la Virgen fidelísima, perseveremos en el bien hasta la muerte.
Roguemos al Señor.
Oh, Dios, que quisiste que la
Madre de tu Hijo fuese también la Madre de tus apóstoles, concede a nuestros
pastores fidelidad a su misión evangelizadora y a todos nosotros concédenos que
confiando en la ayuda poderosa de Nuestra Señora, avancemos con fortaleza por
los caminos de la salvación. Por Cristo nuestro Señor.
29 DE SETIEMBRE (Día Quinto)
TEMA: SAN FRANCISCO Y LA IGLESIA
ORACIÓN COLECTA:
Santo, santo, santo Señor Dios
omnipotente, el que es, y el que era, y el que ha de venir. Y alabémosle y
ensalcémosle por los siglos. Digno eres, Señor Dios nuestro, de recibir la
alabanza, la gloria, el honor y la bendición. Y alabémosle y ensalcémosle por
los siglos. Digno es el cordero que ha sido degollado de recibir el poderío, y
la divinidad, y la sabiduría, y la fuerza; y el honor, y la gloria, y la
bendición. Y alabémosle y ensalcémosle por los siglos. Amén.
I LECTURA: De los escritos de San
Francisco Leyenda de los Tres Compañeros 57
Dos veces al año celebraban
capítulo en Santa María de la Porciúncula: Después de haber obtenido este lugar
de Santa María del referido abad, dispuso el bienaventurado Francisco que se
celebrara allí capítulo dos veces al año, a saber, en Pentecostés y en la
Dedicación de San Miguel. En Pentecostés se reunían todos los hermanos en Santa
María y trataban de cómo observar con mayor perfección la Regla, y destinaban
hermanos a diversas provincias para que predicaran al pueblo y para que, a su
vez, colocaran a otros hermanos en sus provincias. San Francisco amonestaba,
reprendía y daba órdenes, como mejor le parecía según el beneplácito divino.
Cuanto decía de palabra, lo manifestaba en sus obras con afecto y solicitud.
Veneraba a los prelados y sacerdotes de la santa Iglesia y honraba a los
ancianos, nobles y ricos; también a los pobres los amaba de lo íntimo de su
corazón y se compadecía de ellos entrañablemente. De todos se mostraba súbdito.
A pesar de ser el hermano de puesto más alto, nombraba, sin embargo, a uno de
los hermanos con quienes vivía por su guardián y señor, y a él obedecía humilde
y devotamente para evitar toda ocasión de soberbia. Y entre los hombres,
humillaba su cabeza hasta la tierra, a fin de merecer ser exaltado algún día
ante la mirada divina entre los santos y elegidos de Dios.
Exhortaba con solicitud a los
hermanos a que guardaran fielmente el santo Evangelio y la Regla que habían
prometido. Y, sobre todo, a que tuvieran gran reverencia y devoción a los
divinos oficios y ordenaciones eclesiásticas, oyendo devotamente la misa y
adorando con rendida devoción el cuerpo del Señor. Quería también que los
sacerdotes que administran los sacramentos venerandos y augustos fueran
singularmente honrados por los hermanos, de suerte que donde los encontraran
les hicieran inclinación de cabeza y les besaran las manos; y si los
encontraban cabalgando, deseaba que no sólo les besaran las manos, sino hasta
los cascos de los caballos sobre los que cabalgaban, por reverencia a sus
poderes. EN ALABANZA DE CRISTO Y SU SIERVO FRANCISCO, AMEN.
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO
16,13-20
En aquel tiempo, Jesús se fue a
la región de Cesarea de Filipo. Estando allí, preguntó a sus discípulos: «Según
el parecer de la gente, ¿quién soy yo? ¿Quién es el Hijo del Hombre?»
Respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros que eres Elías, o
bien Jeremías o alguno de los profetas.» Jesús les preguntó: «Y ustedes, ¿quién
dicen que soy yo?» Pedro contestó: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo.»
Jesús le replicó: «Feliz eres, Simón Barjona, porque esto no te lo ha revelado
la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos. Y ahora yo te
digo: Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia;
los poderes de la muerte jamás la podrán vencer. Yo te daré las llaves del
Reino de los Cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y lo
que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo.» Entonces Jesús les
ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías. PALABRA
DEL SEÑOR.
PETICIONES:
-Para que Nuestro Señor
Jesucristo derrame sobre su Iglesia muchas bendiciones, y nos ayude a que
sigamos dando EJEMPLO de humildad y servicio. R/.
-Para que nuestro Señor
Jesucristo bendiga e ilumine al Papa Francisco, en el trabajo pastoral para que Pueda SEGUIR guiando al
pueblo de Dios.R/.
-Por todos Los Obispos,
Sacerdotes y diáconos en especial por los hijos de san francisco de Asís, para
que Nuestro Señor Jesucristo los bendiga e ilumine en la misión del trabajo
pastoral. R/.
-Por toda la familia franciscana,
tanto de la I Orden, II Orden y III orden para que Nuestro Señor Jesucristo los
bendiga y los PROTEJA y les ilumine para que sigan ayudando y guiando hacia el
Padre Que es fuente de amor. R/.
-Para que reine la paz y el amor
en todo el mundo, y podamos Vivir en fraternidad, y dejar de lado todo lo que atente contra la convivencia como
hermanos entre todos. R/.
30 DE SETIEMBRE (Día Sexto)
TEMA: SAN FRANCISCO Y LA VIDA
FRATERNA
ORACIÓN COLECTA:
Oh amadísimos hermanos, grandes
cosas hemos prometido, mayores nos están prometidas; guardemos éstas,
suspiremos por aquéllas. El deleite es breve; la pena, perpetua; el
padecimiento, poco; la gloria, infinita. De muchos la vocación, de pocos la
elección, de todos la retribución que corresponde a la voluntad de él, quien
vive y reina por los siglos de los siglos. Amen.
I LECTURA: De los escritos de San
Francisco Leyenda de los Tres Compañeros 41-42
Cuando se vio que los hermanos se
alegraban en sus tribulaciones; que se dedicaban diligente y devotamente a la
oración; que no recibían dinero ni lo llevaban; que se querían mutuamente con
inmenso amor -señal por la que se daban a conocer como verdaderos discípulos
del Señor-, muchos venían a ellos cordialmente compungidos por las ofensas que
les habían inferido y les pedían perdón. Ellos los perdonaban de corazón,
diciéndoles: «El Señor os perdone»; y les daban oportunos consejos en orden a
la salvación.
Algunos pedían que los admitieran
en su compañía; como, por la escasez de hermanos, tenían facultad del
bienaventurado Francisco para recibir en la Orden, recibieron a algunos, y en
el término establecido regresaron con ellos a Santa María de la Porciúncula.
Cuando volvían a verse juntos, disfrutaban de tanta alegría y regocijo cual si
no recordaran nada de cuanto habían sufrido de los malvados.
Todos eran solícitos en hacer
oración todos los días y en ocuparse en trabajos manuales para evitar en
absoluto la ociosidad, que es enemiga del alma. Se levantaban con toda
diligencia a media noche y oraban devotísimamente, con lágrimas copiosas y
suspiros; se amaban con íntimo y mutuo amor, se servían unos a otros y se
atendían en todo, como una madre lo hace con su único hijo queridísimo. Era su
caridad tan ardorosa, que les parecía cosa fácil entregar su cuerpo a la
muerte, no sólo por amor de Cristo, sino también por el bien del alma o del
cuerpo de sus cohermanos.
Y, en efecto, cierto día en que
dos de estos hermanos iban de camino, se encontraron con un demente, que empezó
a tirarles cantos. Luego que se dio cuenta uno de ellos que los cantos iban a
pegar al otro, al momento se interpuso para que los golpes dieran contra él,
prefiriendo recibir él los cantazos a que los recibiera el hermano, por la
mucha caridad que se tenían; tan dispuestos estaban a dar la vida el uno por el
otro.
Estaban tan bien fundados y
arraigados en humildad y caridad, que cada uno reverenciaba al otro como si
fuera padre y señor; y aquellos que, por su oficio o una cualidad, tenían
alguna preeminencia sobre los demás, parecían de situación más humilde y baja.
Todos estaban prontos a obedecer y dispuestos siempre a cumplir la voluntad del
que mandaba; no se paraban a discernir si el mandato era justo o injusto,
porque pensaban que todo mandato era conforme a la voluntad del Señor. Con esta
disposición era para ellos fácil y agradable cumplir los mandatos. Se abstenían
de las apetencias de la carne, juzgándose a sí mismos con rigor y evitando
ofender de cualquier modo al hermano. EN ALABANZAS A CRISTO Y SU SIERVO
FRANCISCO.
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 5,38-48
En aquel tiempo dijo Jesús a sus
discípulos: Ustedes han oído que se dijo: «Ojo por ojo y diente por diente.»
Pero yo les digo: No resistan al malvado. Antes bien, si alguien te golpea en
la mejilla derecha, ofrécele también la otra. Si alguien te hace un pleito por
la camisa, entrégale también el manto. Si alguien te obliga a llevarle la carga,
llévasela el doble más lejos. Da al que te pida, y al que espera de ti algo
prestado, no le vuelvas la espalda. Ustedes han oído que se dijo: «Amarás a tu
prójimo y no harás amistad con tu enemigo.» Pero yo les digo: Amen a sus
enemigos y recen por sus perseguidores, para que así sean hijos de su Padre que
está en los Cielos. Porque él hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía
la lluvia sobre justos y pecadores. Si ustedes aman solamente a quienes los
aman, ¿qué mérito tiene? También los cobradores de impuestos lo hacen. Y si
saludan sólo a sus amigos, ¿qué tiene de especial? También los paganos se
comportan así. Por su parte, sean ustedes perfectos como es perfecto el Padre
de ustedes que está en el Cielo.
PETICIONES:
-Te suplicamos Oh Señor, Dios
Nuestro; que pongas la Paz del Cielo en
los corazones de los hombres, para que
puedas unir a las naciones en una
alianza inquebrantable, en el Honor de
Tu Santo Nombre. R/.
-Señor, sumo y único bien,
purifícanos con la limpieza de Tu Verdad y guía nuestros pasos en vida de
santidad a ejemplo del hermano universal San Francisco de Asís. R/.
-Señor, Dios sumamente y eterna
gratitud, danos concordia y paz a nosotros y a todos los seres vivos de la
tierra, como la distes a nuestros padres cuando te suplicaron, con fe
verdadera, dispuestos a obedecer al Santísimo y Todo poderoso. R/.
-Oh altísimo y gloriosos Dios,
concede a los que nos gobiernan y nos conducen en la tierra, un recto uso de la
soberanía que les has otorgado para que nos guíen con el ejemplo de sus vidas
por el camino de santidad. R/.
-Señor, haz de nosotros que se
cumpla tu santa voluntad y conformes a lo que es bueno y agradable a Tí, para
que, utilizando con reverencia, la paz y el bien podamos un día encontrar favor
ante Tus ojos misericordiosos en la vida celestial. R/.
01 DE OCTUBRE (Día Séptimo)
TEMA: SAN FRANCISCO Y LA PAZ
ORACIÓN COLECTA:
¡Oh, Maestro!, que no busque yo
tanto ser consolado como consolar; ser comprendido, como comprender; ser amado,
como amar. Porque dando es como se recibe; olvidando, como se encuentra;
perdonando, como se es perdonado; muriendo, como se resucita a la vida eterna.
Amén.
I LECTURA: De los escritos de San
Francisco Leyenda de los Tres Compañeros 26
Como más tarde él mismo atestiguó
(Test 23), había aprendido, por revelación divina, este saludo: «El Señor te dé
la paz». Por eso, en toda predicación suya iniciaba sus palabras con el saludo
que anuncia de la paz.
Y es de admirar -y no se puede
admitir sin reconocer en ello un milagro- que antes de su conversión había
tenido un precursor, que para anunciar la paz solía ir con frecuencia por Asís
saludando de esta forma: «Paz y bien, paz y bien». Se creyó firmemente que así
como Juan, que anuncio a Cristo, desapareció al empezar Cristo a predicar, de
igual manera este precursor, cual otro Juan, precedió al bienaventurado
Francisco en el anuncio de la paz y no volvió a comparecer cuando éste estuvo
ya presente.
Dotado de improviso el varón de
Dios del espíritu de los profetas, en cuanto desapareció su heraldo, comenzó a
anunciar la paz, a predicar la salvación; y muchos que habían permanecido
enemistados con Cristo y alejados del camino de la salvación, se unían en
verdadera alianza de paz por sus exhortaciones. EN ALABANZAS A CRISTO Y SU
SIERVO FRANCISCO.
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO
5,43-48.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus
discípulos: Ustedes han oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo y no harás
amistad con tu enemigo.» Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus
perseguidores, para que así sean hijos de su Padre que está en los Cielos.
Porque él hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre
justos y pecadores. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué mérito
tiene? También los cobradores de impuestos lo hacen. Y si saludan sólo a sus
amigos, ¿qué tiene de especial? También los paganos se comportan así. Por su
parte, sean ustedes perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en
el Cielo.
PETICIONES:
Oremos amados hermanos al Dios y
sumo bien de toda la Humanidad invocándolo como Padre lleno de ternura
diciendo: PADRE, DANOS LA PAZ
- Por la unidad de todas las Iglesias
cristianas en el mundo, sean instrumentos de la paz y el bien. R/.
- Por todos los miembros de la
gran familia franciscana en el mundo, que sean siempre sembradores, promotores
de los valores de la paz y bien. R/.
- Por las familias y por toda la
sociedad, que la paz habite en los corazones de todos los hombres. R/.
- Por las víctimas del odio, la
opresión y la violencia, para que encuentren la paz y consolación de quienes se sienten identificados con ellos
en las obras de caridad y misericordia . R.
- Por los que no tienen lo
necesario para vivir dignamente, que nunca les falte nuestra ayuda solidaria.
R.
-Por los que sufren enfermedad o
tribulación, que nunca les falte nuestro amor y consuelo. R.
-Por nuestra comunidad
parroquial, que vivamos y trabajemos siempre promoviendo las obras de
misericordia y caridad. R.
02 DE OCTUBRE (Día Octavo)
TEMA: SAN FRANCISCO Y EL ANUNCIO
DEL EVANGELIO
ORACIÓN COLECTA:
Señor Jesús, tú guías sabiamente
la historia de tu Iglesia y de las naciones por tu santo evangelio, escucha
ahora nuestra súplica. Nuestros idiomas se confunden como antaño en la torre de
Babel. Somos hijos de un mismo Padre que tú nos revelaste y no sabemos ser
hermanos, y el odio siembra más miedo y más muerte. Danos la paz que promete tu
Evangelio, aquella que el mundo no puede dar. Enséñanos a construirla como fruto
de la Verdad y de la Justicia. Escucha la imploración de María Madre y envíanos
tu Espíritu Santo, para reconciliar en una gran familia a los corazones y los
pueblos. Venga a nosotros el Reino del Amor, y confírmanos en la certeza de que
tú estás con nosotros hasta el fin de los tiempos. Amén.
I LECTURA: De los escritos de San
Francisco Leyenda de los Tres Compañeros 36-37
San Francisco, lleno ya de la
gracia del Espíritu Santo, reunió ante sí a los dichos seis hermanos y les
anunció lo que les había de ocurrir. «Consideremos -dijo-, hermanos queridos,
nuestra vocación, a la cual por su misericordia nos ha llamado el Señor, no
tanto por nuestra salvación cuanto por la salvación de muchos otros, a fin de
que vayamos por el mundo exhortando a los hombres más con el ejemplo que con
las palabras, para moverlos a hacer penitencia de sus pecados y para que
recuerden los mandamientos de Dios. No temáis porque aparezcáis pequeños e
ignorantes; más bien anunciad con firmeza y sencillamente la penitencia,
confiando en que el Señor, que venció al mundo, habla con su espíritu por
vosotros y en vosotros para exhortar a todos a que se conviertan y observaren
sus mandamientos.
»Encontraréis hombres fieles,
mansos y benignos, que os recibirán con alegría y acogerán vuestras palabras; y
otros muchos infieles, soberbios y blasfemos, que con sarcasmo os resistirán,
como también a vuestras palabras. Formad en lo más hondo del corazón el
propósito de soportarlo todo con paciencia y humildad». Al oír todo esto los
hermanos, comenzaron a temer. Entonces, el Santo continuó: «No temáis, porque,
sin que pase mucho tiempo, vendrán a nosotros muchos sabios y nobles, y estarán
con nosotros predicando a reyes y príncipes y a muchos pueblos. Y muchos se
convertirán al Señor, que se dignará extender y aumentar su familia por todo el
mundo».
Luego de haberles dicho esto y
haberles dado la bendición, marcharon los hombres de Dios y observaron las
exhortaciones de Francisco. Cuando encontraban alguna iglesia o cruz, se
inclinaban para orar y decían devotamente: «Adorámoste, Cristo, y te bendecimos
por todas tus iglesias que hay en el mundo entero, porque por tu santa cruz has
redimido al mundo». Pues creían encontrar siempre un lugar sagrado allí donde
se levantaba una cruz o una iglesia.
Cuantos los veían se extrañaban
mucho, pues caían en la cuenta de la diferencia que existía respecto de los
demás en cuanto a su hábito y manera de vivir y porque les parecían como unos
hombres selváticos. Dondequiera que entraban, fuera ciudad o castillo, villa o
casa, anunciaban la paz y exhortaban a todos a temer y amar al Creador de cielo
y tierra y a cumplir sus mandamientos.
Algunos los escuchaban de buena
gana; otros, por el contrario, se burlaban de ellos; y muchos los acosaban a
preguntas, diciendo: «¿De dónde venís?» Otros les preguntaban a qué Orden
pertenecían. Como les fuese molesto contestar a tantas preguntas, decían
sencillamente que eran varones penitentes oriundos de la ciudad de Asís; pues
su Religión todavía no se llamaba Orden. EN ALABANZA DE CRISTO Y SU SIERVO
FRANCISCO, AMEN.
EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS
16,15-20
En aquel tiempo dijo Jesús a sus
discípulos: «Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la
creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se niegue a creer se
condenará. Estas señales acompañarán a los que crean: en mi Nombre echarán
demonios y hablarán nuevas lenguas; tomarán con sus manos serpientes y, si
beben algún veneno, no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y
quedarán sanos.» Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se
sentó a la derecha de Dios. Ellos, por su parte, salieron a predicar en todos
los lugares. El Señor actuaba con ellos y confirmaba el mensaje con los
milagros que lo acompañaban. APALBRA DEL SEÑOR.
PETICIONES:
Hay diversidad de dones, pero un
mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay
diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. Elevemos
confiadamente nuestras súplicas a Dios Padre guiados por la palabra de Jesús,
para que envíe sobre nosotros su Espíritu que nos hace ministros de su palabra:
-Para que el Papa, los obispos y
toda la Iglesia realicen su misión evangelizadora en medio del mundo y lo hagan
con perseverancia. Roguemos al Señor.
-Para que la Iglesia anuncie con
valentía la Palabra de Dios en toda situación, por difícil que sea, roguemos al
Señor.
-Para que los laicos cristianos
sean fermento de la fuerza del evangelio en medio del mundo, roguemos al Señor.
-Para que Dios Padre, dueño de la
mies, envíe abundantes vocaciones a su Iglesia para el servicio pastoral de sus
hermanos, roguemos al Señor.
-Para que siempre haya corazones
jóvenes, dispuestos a seguir la llamada de Dios y a entregarse generosamente
para el bien de los hombres como ministros del evangelio, roguemos al Señor.
-Para que las familias cristianas
y franciscanas sean testigos del Evangelio y fomenten la vocación religiosa y
sacerdotal, roguemos al Señor.
03 de OCTUBRE (Día Noveno)
TEMA: SAN FRANCISCO Y LA HERMANA
MUERTE
ORACIÓN COLECTA:
Alabado seas, mi Señor, por
aquellos que perdonan por tu amor, y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz, porque de ti, Altísimo, coronados
serán. Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal, de la cual ningún
hombre viviente puede escapar. Ay de aquellos que mueran en pecado mortal.
Bienaventurados a los que encontrará en tu santísima voluntad porque la muerte
segunda no les hará mal. Alaben y bendigan a mi Señor y denle gracias y
sírvanle con gran humildad. Por los siglos de los siglos, Amén.
I LECTURA: De los escritos de San
Francisco Leyenda de los Tres Compañeros 68-69
A los veinte años de haberse
unido totalmente a Cristo en el seguimiento de la vida y huellas de los
apóstoles, el varón apostólico Francisco voló felicísimamente a Cristo, y,
después de incontables trabajos, alcanzó el descanso eterno y fue presentado
dignamente a la presencia del Señor el día 4 de octubre, domingo, del año de la
encarnación 1226. Uno de sus discípulos, célebre por su santidad, vio el alma
del Santo que, como si fuera una estrella del tamaño de la luna,
resplandeciente con claridades de sol y sostenida por una nubecita blanca entre
aguas inmensas, ascendía derecha al cielo.
Había trabajado mucho en la viña
del Señor: empeñado y fervoroso en oraciones, ayunos, vigilias, predicaciones y
caminatas apostólicas, perseverante en el cuidado y compasión del prójimo y en
el desprecio de sí mismo, desde el momento de su conversión hasta su tránsito a
Cristo, a quien había amado de todo corazón, mantuvo continuamente vivo su
recuerdo, le alabó con la boca y lo glorificó con sus obras fructuosas. Tan de
corazón y con tanto ardor amó a Dios, que, oyendo su nombre, se derretía
interiormente y prorrumpía externamente, diciendo que el cielo y la tierra
deberían inclinarse al nombre del Señor.
Quiso el mismo Señor manifestar a
todo el mundo el fervor de caridad y el continuo recuerdo de la pasión de
Cristo que fomentaba en su corazón, y, todavía en vida, condecoró de forma
maravillosa su cuerpo con la prerrogativa admirable de un singular privilegio.
Pues, como se sintiera arrebatado
hacia Dios por seráficos y ardorosos deseos y, por dulce amor de compasión, se
fuese transformando en quien, por su inmensa caridad, quiso ser crucificado,
-dos años antes de su muerte, próxima ya la fiesta de la Exaltación de la Santa
Cruz, estando una mañana en oración en la falda del monte Alverna- se le
apareció un serafín con seis alas, que exhibía entre ellas la figura de un
hermosísimo hombre crucificado, con las manos y los pies extendidos en forma de
cruz, y que claramente descubría la imagen del Señor Jesús. Dos alas cubrían su
cabeza; otras dos, el resto del cuerpo hasta los pies; y las otras dos se
extendían para volar.
Al desaparecer la visión, quedó
su alma prendida de un admirable ardor de caridad, y en su cuerpo apareció la
impresión, todavía más admirable, de las llagas del Señor Jesucristo. El varón
de Dios las ocultó cuanto pudo hasta su muerte, resistiéndose a manifestar el
sacramento del Señor, aunque no pudo ocultarlas del todo y sin que quedaran de
manifiesto a algunos de sus compañeros más familiares.
Pero después de su felicísimo
tránsito, todos los hermanos que estaban presentes y muchos seglares vieron
manifiestamente su cuerpo condecorado con las llagas de Cristo. Percibían
claramente en sus manos y pies no los agujeros hechos por los clavos, sino los
mismos clavos, de color negruzco como el del hierro, formados de su propia
carne y adheridos a la misma; y el costado derecho, como traspasado por una
lanza, con la cicatriz rojiza de una herida verdadera y manifiesta, de la que
muchas veces incluso manaba sangre bendita.
La irrefutable verdad de las
llagas no sólo quedó demostrada con toda claridad en vida y muerte del Santo
por cuantos las vieron y tocaron, sino que después de su muerte quiso el Señor patentizarla
con más claridad por medio de muchos milagros obrados en diversas partes del
mundo. Estos milagros sirvieron también para que muchos, que no habían pensado
rectamente del varón de Dios y habían dudado de sus llagas, cambiaran de tal
manera y llegaran a tal certeza, que de detractores que habían sido, se
convirtieron, por fuerza de la bondad de Dios y de la misma verdad, en
panegiristas y predicadores fidelísimos. EN ALABANZA DE CRISTO Y SU SIERVO
FRANCISCO, AMEN.
EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 19,25-30
En aquel tiempo, cerca de la cruz
de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su madre, esposa de Cleofás,
y María de Magdala. Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que
más quería, dijo a la Madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Después dijo al
discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquel momento el discípulo se la
llevó a su casa. Después de esto, sabiendo Jesús que todo estaba cumplido,
dijo: «Tengo sed», y con esto también se cumplió la Escritura. Había allí un
jarro lleno de vino agrio. Pusieron en una caña una esponja empapada en aquella
bebida y la acercaron a sus labios. Jesús probó el vino y dijo: «Todo está
cumplido.» Después inclinó la cabeza y entregó el espíritu. PALABRA DEL SEÑOR.
PETICIONES:
-Oremos por la iglesia, extendida
por toda la tierra, para que proclame con gozo a todos los hombres que Cristo
vive, que en Él hay victoria y vida para siempre. Roguemos al Señor.
-Oremos por los que sufren
pobreza, enfermedad, soledad y cercanía de la hermana muerte, para que la
esperanza de la resurrección y la bondad de Dios siembre en sus corazones paz y
consuelo. Roguemos al Señor.
-Oremos por nosotros, los que
celebramos este día de gloria, para que en las pruebas y en las dificultades
del día a día Cristo resucitado sea siempre nuestra fuerza e inspiración.
Roguemos al Señor.
-Oremos por los niños y los
jóvenes, muchas veces alejados de la iglesia, para que nuestro ejemplo y
nuestra alegría los acerquen a la luz que no se apaga de Cristo resucitado.
Roguemos al Señor.
-Oremos por nuestros hermanos
difuntos franciscanos para que con Cristo y por el poder de Dios sean también
despertados a la vida nueva y lo contemplen cara a cara. Roguemos al Señor.
“Mientras los judíos piden milagros
y los griegos busca de sabiduría, nosotros, predicamos a un Cristo crucificado
que es escándalo para los judíos y locura para los paganos. Pero fuerza y
sabiduría de Dios para los que han sido llamados, tanto judíos como griegos. Porque
la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad
de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres” (I Cor 1,22-25). “Predica
la Palabra de Dios, insiste a tiempo y destiempo, arguye, reprende, exhorta,
con paciencia y dejando buen enseñanza. Porque llegará el tiempo en que los
hombres no soportarán más la sana doctrina; por el contrario, llevados por sus
inclinaciones, se procurarán una multitud de maestros que les halaguen los
oídos, y se apartarán de la verdad para escuchar cosas fantasiosas. Tú, en
cambio, vigila atentamente, soporta todas las pruebas, realiza tu tarea como
predicador del Evangelio, cumple a la perfección tu ministerio” (II Tm 4,2-5).
“A todos mis hermanos, clérigos y
laicos, mando firmemente, por obediencia, que no introduzcan glosas en la
regla, ni en estas palabras diciendo: Así han de entenderse. Sino que, así como
el Señor me dio el decir y escribir sencilla y puramente la regla y estas
palabras, así también sencillamente y sin glosa han de entenderlas y observarlas
con obras santas hasta el fin” (Test 38).
EXHORTACIÓN DE N. P. S. FRANCISCO
¡Oh amadísimos hermanos y para
siempre benditos hijos!, oídme, oíd la voz de vuestro Padre: Grandes cosas
prometimos, mayores nos están prometidas. Guardemos éstas, suspiremos por
aquellas. El deleite es breve, la pena perpetua. El padecimiento es corto, la
gloria infinita. La vocación es de muchos, la elección de pocos; de todos será
la recompensa. Amén.